sábado, 3 de octubre de 2009

Madeinusa: Racismo en la pantalla grande

Wilfredo Ardito Vega

¿Por qué no dan ya Rin-Tin-Tin? –pregunté a mi mamá, hace ya varias décadas.

-Porque ponía muy mal a los indios –me explicó ella.

Informaré, a los menores de 35 años, que Rin-Tin-Tin era un perro pastor alemán, protagonista de una serie de televisión donde se le presentaba como mascota de un fuerte en el Oeste de Estados Unidos. La serie narraba sus aventuras, junto con los soldados que aseguraban el dominio sobre los crueles y violentos indios.

Probablemente, el gobierno de Velasco decidió que era un mensaje demasiado nocivo y los niños de esa época tuvimos que conformarnos con las aventuras de otros animalitos como Lassie, Flipper o Skippy (no hay mucho espacio para explicar quiénes eran).

Actualmente, sería impensable producir en Estados Unidos una serie como Rin-Tin-Tin … y tampoco una película como Madeinusa, que mostrase un poblado indígena habitado por seres alcoholizados, primitivos y violentos, capaces de encerrar sin mayor motivo a un forastero blanco e ingenuo.

Claudia Llosa, guionista y directora, distorsionando toda la cosmovisión andina, diseña una comunidad donde el adulterio y el incesto son aprobados. Transforma las tradiciones más solemnes, como las relativas a la Semana Santa , en grotescas orgías. El mismo nombre que da a la protagonista y a la película refleja una percepción sobre los campesinos como exóticos e ignorantes. Los defensores de Claudia Llosa sostienen que por tratarse de una obra de ficción, es un error pretender juzgar el contenido de Madeinusa. Es el mismo argumento que usaba Jorge Benavides, al señalar que La Paisana Jacinta era un personaje ficticio, que no buscaba ofender a nadie.

Con mucha frecuencia, el autor de una obra de ficción transmite un determinado mensaje y a nadie debería censurarse por comentarlo o rechazarlo. Esto último sucedería, por ejemplo, si una película ensalzara la lucha de Abimael Guzmán, negara el holocausto de seis millones de judíos o difundiera la versión del VicePresidente Giampietri sobre el conflicto armado en el Perú. En el caso del cine, además del guión, el mensaje puede transmitirse mediante la elección de los actores, sus rasgos físicos, la ambientación, los encuadres y la solidaridad o el rechazo que cada personaje pretende generar en los espectadores.

Personalmente, mientras veía Madeinusa no podía dejar de recordar El Nacimiento de una Nación, dirigida por David Griffith, que tuvo tres millones de espectadores en Estados Unidos en 1915. Mediante personajes de ficción, se muestra el nacimiento del Ku Klux Klan, como la única forma en que los heroicos blancos logran proteger a sus mujeres de ser violadas por los malvados negros. Actualmente, se sostiene que la película perjudicó mucho la imagen de los negros en Estados Unidos, haciendo que fueran vistos, por ejemplo, como incapaces para desempeñar cargos públicos... y, sin embargo, son mucho menos malvados que los campesinos andinos presentados por Claudia Llosa.

Es lamentable además el contraste entre la acogida de la crítica y las distribuidoras de películas hacia Madeinusa con su indiferencia hacia cineastas andinos como Flaviano Quispe, un director puneño que no ha obtenido financiamiento catalán o del Conacine y trabaja con sus propios recursos. Sus películas apenas si tienen distribución en Lima, aunque generen furor en otras localidades. Yo pude ver una de ellas, una versión altiplánica de Oliverio Twist, llena de suspenso, desde el nacimiento del protagonista hasta sus aventuras en Juliaca. Numerosos personajes se entrelazan en una sólida trama, abismalmente superior a Madeinusa. En Jarjacha, una sobrecogedora película ayacuchana, el centro de la trama es también un caso de incesto, pero los hechos son condenados por la población, y a pesar que se basa en los mitos andinos, resulta siendo mucho más verosímil.

Volviendo a Griffith, a pesar del éxito de taquila de El Nacimiento de una Nación, las críticas por sus planteamientos racistas lo llevaron a presentar un mensaje muy diferente en sus posteriores películas. Así surgió la espectacular Intolerancia, que logra capturar la atención del público a pesar de estar narrada en cuatro épocas paralelas (la antigua Babilonia, el tiempo de Jesús, la masacre de los hugonotes y el tiempo presente), manteniendo como argumento las terribles consecuencias de los prejuicios en la historia de la humanidad. Más intimista es Pimpollos Rotos, cuyo protagonista es un chino (un anglosajón maquillado, naturalmente), víctima del racismo en Londres.

Esperemos que, si Claudia Llosa persiste en dirigir películas, abandone los estereotipos racistas. Le conviene saber que, a pesar de sus esfuerzos, Griffith nunca pudo librarse de ese estigma y por eso, hace pocos años, se retiró su nombre de uno de los principales premios para directores cinematográficos. Sería muy conveniente que ella aceptase que su película ha ofendido a muchos de sus compatriotas, así como a varios extranjeros que trabajan en el Perú. Sería más conveniente, aún, que pensase en disculparse.